La ultima cita con Rosita.
Cuando era un niño la televisión cubana transmitía un programa musical unipersonal cuya protagonista era una hermosa mujer rubia, con cuerpo de sirena, a la que todos llamaban Rosita Fornés. La descubría una vez por semana, sentado en las piernas de mi tío, quien tenia el lujo y el privilegio de trabajar con ella en varias ocasiones. Cada emisión era un regalo para mi. Aquella mujer me transmitía una alegría inusitada, su forma de moverse, de expresarse, de hablarnos a los que estábamos sentados en nuestras salas. Era como una diosa. El programa se llamaba " Cita con Rosita". Con el tiempo supe del debate nacional que hubo siempre con respecto a su edad, porque había comenzado muy temprano, con solo quince anos, en un programa de la época capitalista que descubría talentos: La corte Suprema del Arte. Para mi, ella tenía siempre la misma edad, era imperecedera, inamovible, porque hacía cualquier cosa, actuaba, cantaba, bailaba, y lo hacía como la primera vez. En mis