Mi perro Mocho
Hace tiempo le debía estas letras a mi perro. Se llamaba Mocho, porque le habían cortado la cola. Cuando apareció en mi vida ya era un perro grande. Yo había tenido que salir de la ciudad, y pedi a mi madre que se quedara cuidando mi casa. Mi barrio, en uno de los suburbios de La Habana, no era uno de los mas seguros , y temía que sucediese algo en mi ausencia y nadie estuviese en casa. Al volver, mi madre me dijo que afuera había un perro que se echaba en el dintel de la puerta, y que había aparecido de improvisto, y la seguía a todas partes cada vez que tenía que salir. Era un hermoso perro "sato", como llamamos en Cuba a los perros sin raza definida. Mocho fue el segundo perro que tuve en mi vida, mas bien el tercero, pues hubo un primer pastor- alemán que existió cuando yo era pequeñito, y junto a quién dí mis primeros pasos. Aquel perro era mi guardián y, según me cuentan, hasta trataba de ayudarme a levantar cuando me caía en mi intento por caminar. Nadie po