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Mostrando entradas de mayo, 2015

El ano de mi despertar.

Corría el ano 1989 y yo había acabado de entrar en la Escuela de Derecho de la Universidad de la Habana. Fue el año de la caída del muro de Berlín, y a partir de ahí se desataron los acontecimientos que nos cambiaron la vida para siempre. Era usual que nos convocaran casi a diario a marchas, reuniones, mitines, y  mas teques políticos, hasta un bendito día  en que decidí dejarlo todo, entregar aquel   honroso carnet de la juventud comunista, en el tercer ano de la carrera, luego de varias sanciones por negarme a hacer guardias vigilantes en la Universidad. De cualquier manera, en el futuro, otra nueva sanción pronto seria parte de mi récord, porque yo me negué  a firmar para alistarme en el grupo de Brigadas de Respuesta Rápida de la Facultad. Tales brigadas eran una especie de escuadrón represor que debían  golpear y humillar  a cualquiera que expresara criterios en contra del gobierno. Eran tiempos muy convulsos. De la Facultad de Artes  y Letras, Biología, o Matemáticas,  se oía

Por los brazos de Maya

                                                                                            a Maya Plisetskaya Fueron tus brazos los que nos enamoraron, tu ganas de salir a volar, a descubrir el mundo, y a escapar.  Por eso, te reconocimos desde el inicio, no eras ajena. Venías de lejos, pero te quedarías para siempre. Eras la alegría de la luz, y la fuerza de la esperanza. No importaba que no comprendiéramos mucho de tu lejana tierra,  porque a nosotros nos sobraban las palabras. Teníamos tu gesto, tu fino rostro, tus ojos que no delataban, Teníamos tus brazos, Maya, que eran más que alas, eran gritos de agonía, lujuria encendida de mujer que se revela y canta, era un código secreto para callar y decir, un volcán de gritos y plumas blancas. Nos trajiste  con tu paso leve, lento, pequeño, casi silencioso, la suavidad del agua, nosotros que sabemos de huracanes y mareas como congas o guarachas. Te volvías frágil cisne que al morir también cantaba. Y te amamos para siempre, hasta el