Hoy cumplo tres años.
Trato de imaginar cómo fueron mis primeros tres años de vida, o si acaso hubo alguna celebración al respecto y no puedo recordarlo. Era demasiado pequeño. Aunque si supe que mi primer añito de vida se celebró ¨por todo lo alto¨ como corresponde a la tradición; del tercero nunca oí historia alguna . Hoy, sin embargo, cumplo de nuevo tres años y es mucho mejor cuando puedes recordar qué haces, o harás, o planificas tu misma fiesta de cumpleaños con tan corta edad.
He vuelto a nacer apenas cuando llegué a este país y el avión de Air Canada aterrizó en el Aeropuerto International Lester Pearson a las 4.00 de la tarde.
Llegué a un mundo totalmente nuevo para mí como lo hice a través de mi madre hace treinta y nueve años.
Las gentes hablaban una lengua que con trabajo entendía y de repente me ví ante un mundo desconocido pero real. Empecé a ir a la escuela, cual si asistiera a la primaria, casi todo el día; tenía que llevar mi merienda y socializar con mis compañeros en el receso escolar. La escuela fue lo menos traumatizante. Siempre me ha gustado estudiar y he sido aplicado para ello. Mis compañeros eran de diferentes lugares: de África, Europa, América Latina o Medio Oriente, y eran tan niños como yo, pero con una historia que contar. Hablar con ellos, creo que me resultaba más interesante que cuando tenía que ir forzosamente a la escuela de mi verdadera infancia. Ellos tenían historia y yo quería conocerlas. Éramos adultos -niños.
Y comencé a llenarme de tarjeticas. Tarjeta como socio de la Biblioteca, tarjeta de checking del banco, tarjeta de crédito, porque aquí es importante construirte un crédito, .. y eso qué es-?
tarjeta de salud, tarjeta de residencia. Tuve que aprender a manejarlas y aún recuerdo la primera vez que intenté usarla en el banco y no supe cómo. Pero allí estaba Angela.
Como su nombre en su rostro siempre brillaba una sonrisa y una actitud protectora de Ángel. Su cuerpo, escuálido, le daba una sensación de fragilidad a su figura casi vulnerable, una rapidez que le hacía poder llegar a cualquier rincón como si volara. Su voz dulce y musical invitaba a la confianza. Me indicó cómo hacerlo. Yo quería morir en aquel minuto y medio intentando usar la dichosa máquina automática sabiendo además que, como es lógico, todos los bancos están protegidos por cámaras e imaginaba que alguien vendría a detenerme por pensar que estaría haciendo alguna acción ilícita. Claro, vengo de un lugar donde todo es ilícito y es normal que pensara así.
Angela me explicó que cuando llegó a este país tampoco sabía usar esas máquinas y tuvo que aprender. No le creí, porque si bien había llegado hacía más de veinte años, venía de un país desarrollado.O esas ATM no existían entonces? No lo sé. Pero entendí que quiso ser amable y darme seguridad . Se lo agradecí siempre.
Y así fui dando mis primeros pasitos caminando, y aquí aprendí el arte de la Mudanza. Nunca me mudé en Cuba. Durante treinta y un años viví en el mismo lugar. Es como si el arte del inmovilismo se hubiera adueñado de nosotros. Tanto tiempo en un mismo lugar, ahora no puedo ni creerlo.
Me mudé una, dos, tres, siete veces. O era acaso el deseo por conocer, de ir más rápido quizás como si hubiera llegado unos años antes, como Angela y no sentirme tan perdido? No lo sé. Quizás era un poco de todo. Pero el espíritu interno de aventurero y viajero vivía su mejor momento.
Mudarse es parte además de esta nueva vida. El tirar, volver a recoger, el cambiar, buscar y explorar, tratar lo nuevo y probar. Una dinámica que forma parte de lo que es realmente el siglo XXI. Me sorprendía que en esta ciudad casi nadie hablara Francés. Creí que como país bilingue, según se dice, todos debían hablar ambas lenguas. Pero no, todo lo contrario. Más bien, a los anglófonos no les gusta hablar francés y viceversa. Descubrí entonces que las diferencias no son recientes, sino que datan del mismo período de la conquista.
Supe que el nombre del país viene de la manera en que los nativos llamaban a estas tierras Kanata y recordé que La Habana, lleva el nombre también por un cacique indio que llamaban Habaguanex. Cuánta similitud siendo tan diferentes!!.
Y de tanto andar llegué hasta Montreal, y traté de encontrar allí lo que buscaba. No lo encontré y decidí regresar a mi torre de Babel torontina.
Una vez más comprobé lo que siempre he dicho, el hombre es el mismo en cualquier rincón del mundo. Capaz de amar, odiar, matar, crear.
Vivo construyendo nuevos sueños, algunos los he cumplido. Canadá es un país hermoso. Estoy feliz y orgulloso de vivir aquí. Y pronto seré uno más de sus ciudadanos y podré votar, elegir, participar cívicamente. Esto ocurre a los dieciocho años en mi país natal. Aquí lo haré con tres o cuatro años. Es que se va muy rápido en este lugar. Hasta creo que la tierra gira a más velocidad. Los días se escurren como agua....
La paciencia es una gran virtud.He aprendido con el tiempo a ser paciente, a saber esperar. Esto es un acto de liberación, de desempolvo de escritos viejos, un parto de otros nuevos. Un exorcismo que quiero compartir con quien necesite tanto, como yo, del sonido del agua, de la inmensidad mar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Alain Delon. Adios a los 88 .
Mi amor por la lengua francesa comenzó siendo aun muy niño, y no es de extrañar , a través de una de las mas extraordinarias manifestacion...
-
un ahogado meditabundo desciende a veces.. Arthur Rimbaud U...
-
a Cesar Vallejo Hoy d...
-
El jazz solo puede vivirse o sentirse. No hay otra manera. Tiene el poder de atraparte en su melodía rítmica nacida en New Orleans al prin...
No hay comentarios:
Publicar un comentario