Un cuarto de hora

Un día de verano me llegó la lluvia
y extrañamente sentí (perplejo sigo)
el placer del Sol secándome desnudo
la brisa lanzándome sin tonos repetidos
un muro de silencio cubriendo mi garganta
se ahogaba repitiendo a mis cinco sentidos
era el comienzo, mi turno, el desafío
contra aquella cuerda de reloj podrido
Faltaba casi un cuarto
y al cuarto de hora, digo,
me desvestí de ángel
y me vestí conmigo.





La habana Marzo 22, 1996

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