Dos poemas Argentinos y Uno Uruguayo
I
Heme aquí caminando entre los muertos
o mas bien,
o mas bien,
entre las piedras que los resguardan
de todo lo vivo de toda luz
que los condenan al silencio.
Sentado en los escalones de alguno
de sus templos
me quedo quieto y aguardo, callo,
quizás esperando alguna mano
que me toque
que me lleve
o murmure una palabra
solo para mi.
Los otros caminan sin detenerse
tomando fotos algunos hasta se besan
a la sombra.
Me río porque se que pronto conocerán
también el beso eterno
y yo, sin miedo,
me quedo inmóvil cerrando los ojos
para escuchar con atención el graznido
de un pájaro que pasa.
Pero no viene nadie, ni me hablan.
Solo hay mármoles y vidrios,
palacetes con puertas de hierro bordado
y ángeles custodios,
aparentemente,
porque se que conmigo todos se han
levantado de sus tumbas.
Alzo la mirada y allí están
mostrándome el mismo respeto.
Una brisa me refresca el rostro
para sacudirme algún polvillo
centenario
pegado a mi camisa blanca.
Descubrí una hoja verde y un aroma
de verano me llena los pulmones.
Se que vivo también, gracias al
silencio.
II
La ciudad de los jasmines
sacro lugar colonial donde
tantos de mis muertos
vinieron a parar
sin quererlo,
en cadenas
sintiendo el dolor
el miedo a la muerte
roto el corazón
Parado estoy junto a ustedes
en las calles que sus pies tocaron
descalzos, sucios
con mocos y
llanto
y el grito de la madre retumba
en mis oídos
cuando de sus brazos le arrancan
alguno de sus hijos
también me retuerzo
ante el filoso puñal que clava
mis entranas
queriéndome escapar
Quedé sobre las piedras y el
polvo del camino
hecho nada
sangre y polvo
polvo y nada
hasta que la lluvia me lanzo
al rio,
al de la Plata grande
y me devolvió con brillo
convertido en árbol de jasmin y olivo
con raíces y tuétanos entrelazados
en hilos de agua pura
que soy,
un jasmin florecido.
Colonia del Sacramento, Uruguay Oct 17, 2025
III
Cuando llegas a esta ciudad
empujado por los Buenos Aires
y la lluvia cristalina
convertida en Luna
te arropa la magia del amor
como el de la abuela
al volver del colegio
esperándote con un plato de croquetas de hongo
horneadas con sentimiento puro
Caminas levitando sobre los adoquines antiguos
o el moderno asfalto
respirando el aroma
de las flores otoñales
que aqui son primavera
elevándote hasta los parisinos ventanales
de casonas señoriales
donde
alguna vez también apoyado sobre
la baranda del hierro dibujado
contemplaba la gente caminar...
y en la noche el bandoneón
me devuelve la melodía del puerto
que tanto conozco
lanzándome a los brazos del tango
y una pierna me enrosca y yo la quito
y otra me tira y yo la esquivo
me abalanzo sobre ella doy un giro
y al volverme
estoy solo,
una farola, la noche y en el suelo
un cigarillo.
Buenos Aires, Oct 20, 2025
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