Cuando vivía en la Habana, Diciembre resultaba siempre el mes más alegre de todos. En esa fecha comenzaba el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, uno de los acontecimientos que hacía mover toda la ciudad. Era una de esas pocas épocas donde se le veía a la gente con el rostro iluminado, con alegría, en un ir y venir por las calles hojeando las carteleras que llevaban en las manos en busca de otro título sugestivo para ver en las salas cinematográficas.
Me encantaba diciembre en la Habana. Aún sigue siendo uno de mis meses preferidos.
Como cada año, por estos días, el Festival ya hechó a andar en mi ciudad. Y no puedo dejar de sentir la nostalgia de aquellos años en que salíamos de la escuela, o de la universidad en busca de nuestro festival. Si, porque era un sentido de pertenencia, era ser parte de un fenómeno cultural total.
Con el Festival aprendimos a descubrir el nuevo cine de nuestro continente, que nos mostraba la evolución del género y las nuevas tendencias. Hasta entonces, todo lo referente a cine latinoamericano se quedaba en la memoria con las películas de la época de Oro del cine mexicano o argentino. Pero este era el cine de nuestra generación, el contemporáneo. Aún recuerdo la presentacion de "La noche de los lápices", aquel memorable filme argentino, en la Sala Varona de la Universidad de la Habana, que se convirtió en sede de esas presentaciones también. Yo aún no estudiaba en la colina universitaria, pero mi hermana ya andaba terminando su carrera. Asistí con ella y tratábamos de encontrar un lugarcito, un pequeño huequito para sentarnos, lo que resultó una tarea inmensa. La sala estaba repleta. Al final de la película, el estruendo de los aplausos, entre la emoción y el enjugue de lágrimas por aquella tragedia que acabábamos de ver. Luego el debate con el director y alguno de los actores. Es algo que nunca olvidaré. También "Camila", la hermosa historia de amor, bajo el gobierno del dictador Rosas, con Susú Pecoraro, creo que ahí la descubrimos casi todos, e Imanol Arias.
"La ciudad y los perros", de Francisco Lombardi, "Fresa y Chocolate",de nuestro recordado Titón y Juan Carlos Tabío, que cambió el panorama de la vida social en Cuba para siempre, y tantos otros que la lista sería interminable en estos 32 años de Festival.
Por supuesto que los ciclos de cine sobre Pedro Almodóvar no podían faltar. El significaba la modernidad dentro de lo moderno, y para las minorías, nuestro estandarte.
A la vez, también se presentaban películas de otros países, como Alemania, Suecia,Italia etc, y desde los noventas, el cine independiente norteamericano. Recuerdo haber tenido el la oportunidad de ver el documental "90 millas" en una salita pequeñita del cine Chaplin.
Este tipo de cine que podía hacer pensar más a la gente, lo ponían en un lugar como ese, minúsculo, para apenas 30 o 40 personas. Pero aún así, el que tenía el privilegio de verlo lo contaba o recomendaba ,y era como un gran fuenteovejuna lo que ocurría "a vive voix".
Recuerdo que conocí gentes que tomaban sus vacaciones precisamente en la época del festival para pasar sus quince días de un Cine al otro. Esto me parecía una muy sabia decisión, sobre todo si eras cinéfilo, porque además para la mayoría, coger vacaciones signifcaba dejar de trabajar con el estado, para irse a encerrar a casa, o ponerse a trabajar en ella. No había dinero, ni mucho más que hacer. Y ahí llegaba entonces la forma de escapar del ocio diario, de la rutina que nos mataba, por sólo dos pesos: El cine.!!
Si..., La habana es diferente en Diciembre, sin dudas. Espero que lo siga siendo.
La paciencia es una gran virtud.He aprendido con el tiempo a ser paciente, a saber esperar. Esto es un acto de liberación, de desempolvo de escritos viejos, un parto de otros nuevos. Un exorcismo que quiero compartir con quien necesite tanto, como yo, del sonido del agua, de la inmensidad mar.
martes, 7 de diciembre de 2010
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