martes, 6 de octubre de 2015

El amante que volvía siempre.


Anoche lo volví a ver. Nos encontramos en  algún lugar y después decidimos ir a un rincón privado, un lugar apartado. Era un apartamento feo, destruido y con las paredes descorchadas . Trato de recordar de que lugar se trataba y descubrí que eran las paredes estrechas de la escalera de la escuela  que cada manana subíamos cuando eramos ninos en aquella casona que siempre me pareció algo macabra.Curiosamente cuando llegamos a la entrada del supuesto apartamento había un bebé abandonado que lloraba y lo tome en mis brazos. Me sentí tan feliz, y a la vez, con mucha lástima por aquella criatura. El se me acerco y me beso en la mejilla, me besó varias veces, lenta, suavemente sobre las cuencas de mis ojos, aún puedo sentir su aliento caliente, vivo; y el niño poco a poco se calmaba, hasta que se durmió en mis brazos.

No recuerdo si nos amamos  o sólo nos quedamos allí mirando el color despintado de aquel edificio.Una luz salía del apartamento del lado. Era una luz amarilla, sucia, de las que no me gustan. Pero no  estaba triste, me sentía feliz. El estaba allí conmigo, con su hermosa sonrisa y su cabello negro lustrado, su voz era la misma. Yo lo amaba más que nunca, como siempre, desde lejos, como se ama lo que no puede tenerse. Eso me bastaba, y volví a despertar. 

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