Anoche lo
volví a ver. Nos encontramos en
algún lugar y después decidimos ir a un rincón privado, un lugar
apartado. Era un apartamento feo, destruido y con las paredes descorchadas .
Trato de recordar de que lugar se trataba y descubrí que eran las paredes
estrechas de la escalera de la escuela
que cada manana subíamos cuando eramos ninos en aquella casona que
siempre me pareció algo macabra.Curiosamente cuando llegamos a la entrada del
supuesto apartamento había un bebé abandonado que lloraba y lo tome en mis
brazos. Me sentí tan feliz, y a la vez, con mucha lástima por aquella criatura.
El se me acerco y me beso en la mejilla, me besó varias veces, lenta, suavemente
sobre las cuencas de mis ojos, aún puedo sentir su aliento caliente, vivo; y el
niño poco a poco se calmaba, hasta que se durmió en mis brazos.
No recuerdo si nos amamos
o sólo nos quedamos allí mirando el color despintado de aquel edificio.Una
luz salía del apartamento del lado. Era una luz amarilla, sucia, de las que no
me gustan. Pero no estaba triste, me
sentía feliz. El estaba allí conmigo, con su hermosa sonrisa y su cabello negro
lustrado, su voz era la misma. Yo lo amaba más que nunca, como siempre, desde
lejos, como se ama lo que no puede tenerse. Eso me bastaba, y volví a
despertar.
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